Episodio 2 – Errores que minimizamos… pero que el cliente detecta al instante
- Nathalie Ariey-Jouglard

- 7 jul
- 2 Min. de lectura

En el ritmo intenso de una jornada de peluquería, a veces pasamos por alto pequeños detalles. Pensamos que no es nada, que no se notará, o que el cliente probablemente no se dará cuenta.Pero…
A menudo, son justamente esos detalles los que el cliente nota de inmediato. No porque sea exigente o quisquilloso, sino porque ve con una mirada fresca, sin la fatiga ni la rutina que nosotros, los profesionales, acumulamos.
El ojo del cliente: un radar infalible
El cliente quizás no tenga nuestros conocimientos, pero tiene una ventaja poderosa: conoce el "antes". Ve a su perro todos los días, y notará de inmediato:
una forma extraña en la cabeza,
las patas más cortas que de costumbre,
una oreja desigual,
un olor persistente,
o un pelaje que se engrasa o enreda muy rápido.
Lo que a nosotros nos parece “normal” o “aceptable” puede, para él, ser un cambio drástico y decepcionante.
Errores comunes que minimizamos… pero el cliente no
1. Pelaje húmedo en la raíz
Un pelaje seco por fuera pero húmedo en la base puede provocar:
mal olor en pocas horas,
picor o incomodidad,
una sensación de trabajo mal hecho.
2. Detalles finales descuidados
Una uña no cortada, un nudo detrás de la oreja, una legaña no retirada…Para nosotros: un olvido. Para el cliente: una falta de atención hacia su animal.
3. Corte más corto de lo esperado
Aunque haya una explicación técnica (nudos, salud del pelo), el cambio visual puede causar enfado o decepción si no se anticipa.
4. Olor desagradable después del baño
El cliente espera un perro limpio y con buen olor. Un aroma natural suave o un secado incompleto puede interpretarse como “el perro no está limpio”.
¿Por qué minimizamos estos detalles?
Por varias razones:
Fatiga al final del día.
Presión por ser rápidos.
Costumbre: dejamos de ver los fallos pequeños.
Exceso de confianza: “Sé lo que hago; no se darán cuenta.”
Pero minimizar es ignorar la experiencia del cliente. Y en un oficio basado en la fidelidad, cada impresión cuenta.
¿Cómo evitar estas situaciones?
Usar una lista de control visual
Antes de entregar el perro, dedicar 30 segundos a revisar:
Limpieza de ojos, orejas, patas.
Corte uniforme.
Pelaje completamente seco.
Olor agradable.
Revisar como si fuese un texto
Así como corregimos un texto para evitar errores, también debemos “corregir” nuestro trabajo de peluquería.
Anticipar y comunicar
Si sabemos que el resultado no será perfecto (corte más corto, nudos, etc.), comunicarlo antes.Un cliente informado será menos sorprendido y más comprensivo.
En resumen
Los errores que minimizamos no son tan pequeños para el cliente.Y muchas veces, son los que marcan la diferencia entre una relación duradera… o una pérdida.
Tomarse el tiempo para revisar, explicar y perfeccionar es más que profesionalismo: es respeto.Y ese respeto, el cliente lo nota. Al instante.
Nos vemos el próximo lunes para el Episodio 3: “El error de escucha: cuando el peluquero oye… pero no escucha de verdad”





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