Episodio 3 – El error de escucha: cuando el peluquero oye… pero no escucha de verdad
- Nathalie Ariey-Jouglard

- 14 jul
- 2 Min. de lectura

Seguro que te ha pasado: sales de una conversación pensando que lo entendiste todo… y luego te das cuenta de que no era eso lo que la otra persona quería decir.En peluquería canina, esto ocurre más a menudo de lo que creemos. El cliente da una instrucción, el profesional cree haberla entendido, y sin embargo el resultado no cumple con las expectativas.
En muchos casos, el problema no es la ejecución… sino la falta de escucha real.
Oír no es escuchar
Existe una diferencia fundamental entre:
Oír: captar palabras.
Escuchar: comprender la intención, leer el lenguaje no verbal, reformular, hacer preguntas.
En peluquería, la comunicación suele ser rápida. El cliente deja al perro y dice algo como:
“Quiero que esté corto, ¡pero sin rapar!”
Y ahí empieza el malentendido:
Para el cliente, “corto pero sin rapar” = pelo visible, suave, sin zonas peladas.
Para el peluquero, “corto” = cuchilla de 3 mm, resultado limpio y definido.
Mismas palabras. Dos visiones distintas. Un cliente decepcionado.
¿Por qué cuesta escuchar (incluso a los profesionales)?
Varias razones:
Presión del tiempo: queremos ir rápido, sobre todo con la agenda llena.
Rutina: creemos haber escuchado ya esa solicitud y no profundizamos.
Sobrecarga mental: gestionamos perros, herramientas, higiene, retrasos, llamadas…
Y a veces, exceso de confianza profesional: “Sé lo que hago, sé qué le queda mejor.”
Pero escuchar de verdad significa detenerse unos segundos para estar presente y asegurarse de haber comprendido.
¿Cómo evitar errores de escucha?
Reformular la solicitud del cliente
Ejemplo:
Cliente: “No lo quiero muy corto.”Peluquero: “Perfecto. ¿Quiere dejar unos 2 o 3 cm de largo, como la vez anterior?”
Reformular ayuda a:
Aclarar las expectativas,
Detectar confusiones,
Construir una verdadera colaboración.
Usar fotos o ejemplos visuales
Si el cliente no logra explicarse, mostrarle:
Fotos de estilos,
Imágenes de la visita anterior,
O detenerse a mitad del corte: “¿Lo dejo así o sigo un poco más?”
Preguntar qué no quiere
A veces es más fácil para el cliente decir lo que no le gusta:
“¡No quiero que parezca rapado!”“No me gusta cuando las patas quedan demasiado finas.”“La última vez, el hocico quedó muy corto.”
Estas pistas son muy útiles—y más precisas que una petición vaga.
¿Y si el cliente no es claro?
Ocurre. Algunos clientes:
No saben lo que quieren,
No encuentran las palabras,
Cambian de idea de una visita a otra.
Aun así, mostrar que escuchamos, que queremos entender y que respetamos su opinión marca una gran diferencia.
La escucha activa no garantiza un resultado perfecto,Pero casi siempre garantiza que el cliente se sentirá escuchado—y eso crea confianza.
En resumen
Oír no basta.Escuchar realmente significa:
Comprender las palabras y la intención,
Validar las decisiones juntos,
Evitar frustraciones innecesarias.
En una relación de confianza, todo empieza por la escucha. Y un buen profesional no es quien obedece sin pensar, sino quien comprende, orienta y respeta.
Nos vemos el próximo lunes para el Episodio 4 :“El cliente es el experto… de su propio perro”





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